Erase el tiempo cuando los hombres aun no
existían y Aquitania, como su nombre lo indica estaba todavía plena de agua, un
gran mar abatida por los vientos.
Era el reino del agua, el reinado de los
peces. Pero existía uno terrible, el peor de todos que se llamaba Joan-Peish; aquél
era el más grande entre los más grandes, siempre enojado, nunca escondido en cuevas
ó en algún agujero entre las rocas, orgulloso y poderoso se engullía a todo
aquel que se le acercase inmediatamente de un solo bocado.
Las cosas no hubieran cambiado si un día,
algunos peces decidieron no ser la pastura de aquel glotón.
Un día la APP (Asociación de pequeños
peces) decidió hacer una junta en el fondo, en lo más fondo del mar, allí donde
Joan-Peish no pudiera llegar, para decidir quien detendría esa masacre de
peces.
Todos lloraban, se lamentaban y se
quejaban, cuando de pronto alguien escucho sus llantos; era la pequeña hada
Jeannette, la hada mágica de los montes y las planicies.
“Mis amigos del mar, ustedes saben que yo
tengo el poder de transformar en piedra a todo aquel que yo quiera, sin embargo
el mar no esta dentro de mis territorios. Sólo cuando ustedes puedan hacer que Joan-Peish
salga del agua, no importa si es tan solo por un pequeño instante, entonces con
mi poder mágico, yo lo transformaré en piedra.”
“¿Pero cómo le vamos a hacer?… ¿Quien
hará que Joan-Peish salga del agua?” gritaron al unísono.
“Soy yo quien hará que salga del agua y haré
que trate de comer la luna” cantó Cantaberòi-Peish … el más pequeño de los peces
en el mar; valiente, y fue el quien estuvo designado para ir a ver a Joan-Peish.
Cuando fue a ver al gran glotón Joan-Peish,
Cantaberòi-Peish enfrentándose cara a cara, temblando, con un miedo terrible le
cantó: “Buen día Joan Peish, ¡no me comas por favor!, tengo algo que decirte
muy importante… ¿Sabes? Yo conozco un delicioso pastel de miel que se pasea por
el cielo, es tan redondo y delicioso como una beignet de carnaval y con ella tu
te puedes llevar un festín.”
“Mugrosa mosca, castrada… si tu te burlas
de mi, tan solo por un segundo, te engulliré de un solo bocado”
“No, no… te prometo que allí está…
¡sígueme!” dijo Cantaberòi-Peish.
Y entonces, subieron hasta la superficie
del mar donde ya se podía ver el cielo y las estrellas y sobre todo la gran
luna brillante y magnífica como un gran pastel.
“Elo allí, el delicioso pastel mágico, y
cada vez que lo comes se vuelve a formar y mientras más comes más grande se vuelve
a formar… salta gran Joan-Peish, salta tan alto como puedas y muérdelo, es
delicioso.”
Y así Joan-Peish descendió hasta el fondo
del mar, tomando gran vuelo para envestir sagazmente, tanto que se formaron las
olas más grandes que se habían visto, tan gigantescas que el sonido de ellas
alertó a la pequeña hada Jeannette para su tarea…
Así saltando, en pleno aire, intentando
comer ese pastel mágico, con su varita mágica la pequeña hada Jeannette, la
hada de mágica de las montañas y las planicies toco por un instante en la
cabeza de Joan-Peish: “Joan-Peish, por mi poder yo te convierto en piedra.” Y
así Joan-Peish se convirtió tan pronto en Joan-Pèire que ahora adorna el
firmamento. Y colorín colorado, este cuento se a acabado.
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